A veces no basta sólo con las palabras. De hecho, si no cumplimos con lo que decimos, pierden por completo su sentido. La coherencia entre el decir y el accionar es la clave para manifestar y ser así agradecidos y merecedores.

Desde pequeñxs comenzamos a relacionar la idea de ser amados y aceptados según la presencia de nuestrxs padres/madres. Nuestro mundo gira completamente alrededor de ellos. Buscamos su atención en cada momento, y registramos todo lo que nos dicen, o lo que no, cómo actúan, si nos miran, si nos dedican su total atención o se distraen haciendo otra cosa. Cada pequeño detalle empieza a ser registrado en nuestra psiquis, la cual se prepara para comprender el mundo en el futuro y aprender a comportarse frente a él.
Durante el día, nuestra mente procesa infinidad de información, es recién al dormir donde ésta clasifica qué retener y qué no. Ahí yace la importancia del descansar correctamente, darle el lugar a nuestra mente que procese y clasifique correctamente todo aquello que considere necesario para afrontar el siguiente día. Recordemos que nuestra mente vive únicamente en el presente, está constantemente funcionando, momento a momento. Pero así mismo, registra situaciones, emociones, palabras, para poder responder rápidamente la próxima vez. Lo importante, complicado o difícil de comprender, es la necesidad de revisar qué es lo que nuestro inconsciente registró, con qué emoción o sensación lo hizo, para no perder el control sobre ellas.
Nuestro poder de decisión, nuestro libre albedrío, siempre está presente, lo importante es ser consciente de él en cada momento. Tomamos decisiones desde el momento uno en el que nos despertamos. Durante todo el día, somos responsables de lo que hacemos y de lo que no, lo sepamos o no, lo queramos asumir o no.
Cuando comenzamos a ser conscientes de esto, nuestra atención se empieza a focalizar, cobra claridad. Esto nos permite empezar a escuchar lo que decimos, muchas veces, de forma automática.
De seguro, les ha pasado más de una vez, decir algo de forma rápida, impulsiva, que cuando lo escuchamos, reconocemos que no sabemos de donde salió eso, que en verdad no pensamos así, que no sabemos por qué lo dijimos. Una vez que empezamos a reconocer estas pequeñas situaciones, empezamos a tomar consciencia de las palabras que utilizamos, de las expresiones, si hablamos de más a veces, o comprendemos que en determinadas situaciones más vale guardar silencio.
Todo este ejercicio de toma de consciencia verbal, nos abre camino a la observación de nuestras acciones y reacciones con los otrxs, en el mundo exterior. Ahí empezamos a buscar esa coherencia entre nuestro sentir, nuestro decir y nuestro hacer.
Todo este trabajo interno, es necesario, vital y previo, al poder relacionarnos sanamente con los otrxs.
La idea de que todo es un espejo de nostrxs mismxs es muy gráfica y fácil de comprender para mí personalmente. Me permite comprenderlo de una forma práctica.
Imaginemos que cada persona es simplemente un marco, y que allí nos vemos a nosotros mismos, nuestra luz, con un cuerpo diferente, con una historia de vida diferente, con una perspectiva diferente, por lo tanto con una acción y reacción distinta a la nuestra. Cada sensación que esto nos genere, habla de nuestro mundo interior, no del mundo exterior del otro ser. La sensación surge en nuestro cuerpo, en nuestro interior, no en el del otrx. Por lo tanto la responsabilidad de hacernos cargo de eso es nuestra, de nuestro libre albedrío. Podemos optar entre hacernos cargo, observar, identificar que emociones y pensamientos surgen, indagar de dónde pueden provenir, encontrar la raíz y actuar en correspondencia a lo que nos haga sentir mejor a futuro, o simplemente omitirla y evadir con alguna distracción esos sentimientos desagradables.
La clave está en dedicarnos tiempo a nosotrxs mismxs, a ser nosotrxs quienes nos dedicamos el tiempo y la atención suficiente para hacernos cargo de nuestro mundo interno. Si bien de niñxs buscábamos la aprobación y la atención de mamá y papá, llega un momento en nuestras vidas que debemos comprenderlos a ellxs como personas independientes. Ellxs eran personas como nosotrxs antes de ser TU MAMÁ, o TU PAPÁ. También tienen una historia de vida, también tienen sentimientos, errores, miedos, inseguridades, como todo ser humano.
El comprender esto para mí fue vital. Fue ese bum que, no sólo me permitió contemplarlos como personas que, tienen una historia mucho más larga que la mía, igual de válida y personal, por lo tanto han pasado otro tipo de situaciones, experiencias que los fueron formando de una determinada forma, que nadie les enseñó a ser padres/madres, que si ni yo mismx sé lo que quiero y necesito muchas veces, ellxs tampoco tenían forma de saberlo, pero que aún así lo intentaron y dieron todo; que no lo saben todo, que también se equivocan y aprenden, etc. Además de todo eso, fue un gran destete mental y emocional, el cual me invitó a ser responsable de lo que quiero y necesito. Primero, cuestionármelo, regalarme ese momento de privacidad, para estar conmigo misma, para escucharme, estar presente para mí. Después, comunicarlo, expresarlo, pedirlo, sin miedo y con seguridad, con humildad y merecimiento.
Entendí que el pretender que otrxs estén para mí de una forma que ni yo sé cuál es o quiero que sea, es un acto egoísta, para con los demás, e irresponsable, para conmigo. Yo soy la única persona que puede saber qué le hace bien o mal, qué quiere tolerar y qué no, así mismo, comunicarlo con respeto y responsabilidad emocional, personal y ajena.
Por lo tanto, la presencia si es querer, pero tiene un trabajo interno previo que debe hacerse. Una integridad, una coherencia entre mi mundo interno y externo, entre mis pensamientos, sentimientos y acciones. La presencia es mía, para conmigo, soy yo mismx quien debe estar presente en mi vida, y recién ahí, podré estar presente para los demás, y ellxs para mí.
Necesitar de la atención de otrxs es una gran responabilidad y presión que le otorgamos a los demás, y no es justo. Sí pueden acompañarnos, aconsejarnos o lo que fuese, pero nunca podrán saber realmente lo que queremos y necesitamos de ellxs si no lo transmitimos correctamente. Generar dependencia en el exterior es sacarnos poder de decisión a nosotxs mismxs, es creer, ilusoriamente, que otrx puede rescatarnos, salvarnos de algo, cuando la realidad es que, sólo nosotxs mismxs podemos y debemos cumplir ese papel. Por respeto y amor a unx mismx y a los demás. Y que nuestra historia no nos determina ni nos condena, sólo nosotrxs sabemos qué cosas nos sucedieron y cómo, por lo tanto, podemos contarlas cómo más deseemos. Procuremos utilizar ese poder inteligentemente y en beneficio propio; inofensivo para el exterior, y si aporta positivamente hacia él, aún mejor.
Cuidarnos a nosotxs mismxs es estar presentes, y eso es cuidar a los y de los otrxs también.
Gracias. Me cuido, me amo.
Te cuido, te amo. Gracias.
Te leo y me inspiro 😃✨