QUE FRASE... No sé si es sólo a mí, de seguro no, pero qué difícil que se hace a veces el "pedirle ayuda a alguien".
Sea de la índole que sea, obviamente hay situaciones en las que nos es más fácil pedirle a alguien que nos resuelva algo que intentar descifrarlo por nosotros mismos. Es una cuestión de dinamismos y practicidad.
Si hay alguien que sabe sobre un tema en específico siempre es más sencillo preguntar, o mismo pedir ayuda para resolver algo en menos tiempo.
Pero ¿qué pasa cuando la ayuda no requiere lógica o rapidez? Si no confianza, presencia y empatía..
Soy la primera en decirles a mis amigos, o incluso a personas que no conozco, "che, ¿estás bien? Si necesitas hablar de lo que sea, cuando sea, escribime, no lo dudes, llamame. Estoy. Sé lo importante que es sentirse escuchado, visto, tenido en cuenta, así que, acá estoy."
Pero, ¿cuándo se trata de mí? ¿Cuándo soy yo la que necesita que la escuchen, que la aconsejen? ¿Me lo permito? ¿Me doy ese permiso, ese lugar?
Me he visto muchas veces, diciéndole a los otros que la vulnerabilidad es nuestra llave a la libertad y al amor propio, pero inevitablemente, yo misma me choco con esa pared constantemente. Hasta me he enojado, incontables veces, conmigo, por notarme contradictoria, actuando bajo el famoso "haz lo que yo digo, no lo que yo hago".
En este último tiempo me prometí dejar de aparentar lo que soy, de disfrazar lo que en verdad estoy sintiendo o pensando.
Varias veces me dije, "basta, me cansé de mostrarme cómo la que tiene las cosas claras, la de los mil y un consejos, la segura, la que siempre está feliz, en armonía. Yo también quiero consejos, también tengo mis inseguridades, mis sombras, mis miedos a ser rechazada, no querida, no sentirme suficiente, etc. Es momento de que me anime a mostrarme así también, porque quiero y puedo, merezco aceptar y amar cada una de mis fases."
Claramente, suena lindo, fácil y cliché, pero realmente lo vengo trabajando duro hace mucho tiempo. De tal forma que, al escribirlo, me siento orgullosa y valoro cada paso que di; independientemente de que haya una parte de mí que me dice cosas como "que bolazo eso, sacalo." "fua, de nuevo creyéndote la propia." E T C.
No lo escribo y lo comparto para mostrarme como una crack o una egocéntrica, cada uno lo tomará como le resuene interiormente, si no para demostrármelo a mí, para reconocérmelo a mí. Todo lo que hacemos o decimos, nunca es para el otro...
"Te lo digo, me lo digo" es una gran frase que me gusta usar cuando tengo conversaciones profundas con otros, sobre todo cuando se tratan temas emocionales, esos que mueven tanto nuestras aguas internas que logramos materializarlas en nuestros ojitos.
Expresarme así me ha permitido comprender cada vez más, el concepto del espejo- reflejo.
"Yo soy otro tú" , "Lo que ves en mí es lo que reconoces (o no aún) en ti." entre otras miles de hermosas frases.
Todo el tiempo buscamos, hasta necesitamos, el reconocimiento del otro; que nos vean, que nos hagan sentir que nuestra presencia vale y es amada como tal. Pero, ¿quién buscamos realmente que nos contemple? ¿el otro? ¿quién es el otro? ¿y si "el otro" no está? ¿y si no hay nadie que te reconozca?
Hoy puntualmente, comprendí que, si me enojo con "el otro" porque no me ve, porque no me contempla, ¿con quién me estoy enojando realmente? Conmigo misma.
Porque estoy, inconscientemente, esperando que el otro piense, sienta y actúe como yo lo haría, ¿y eso no es ser egoísta? ¿cómo puedo esperar que él otro sea yo? ¿no es acaso algo irreal? ¿una fantasía? ¿se lo transmití en algún momento? Yo soy yo, y el otro es el otro.
Por lo tanto, quien se enoja, se frustra, patalea, etc. soy yo, y el otro de seguro, ni enterado DE NADA!
En nuestra mente pasó una peli, de X horas, donde hubo drama, violencia, romance hasta suspenso quizás, y la otra persona nunca se enteró de absolutamente nada.
Entonces, ¿cómo podemos realmente enojarnos con él otro por no comprendernos, si ni siquiera nos tomamos la molestia de hacérselo saber?
- Bueno, no, pero se tendría que haber dado cuenta.
- Ay, era re obvio que me pasaba eso!
- Dah no hay que ser ningún genio para darse cuenta
BLABLABLA nuestro ego, esa parte de nosotros que nos defiende ante todo, puede decirnos INFINITAS cosas, pero ¿a dónde quiere llegar realmente?
A tener la razón, a justificarse, a sacarse la culpa, a no sentir que falló. "Es el otro, no yo."
¿Y a dónde nos lleva eso? A vibraciones bajas, a emociones densas, irreales, negativas, como quieran llamarlo.
Por que verdaderamente lo que está evitando, es pedir ayuda, no se quiere mostrar vulnerable.
Hace de todo para llamar la atención del otro, se enoja, se aleja, contesta violentamente, juega con total indiferencia, se lastima física o emocionalmente, hace papelones.... (hay mil maneras), pero ¿qué busca realmente? QUE LO VEAN! QUE LE PREGUNTEN!
¿QUÉ TE PASA? ¿QUÉ SENTÍS? ¿ESTÁS BIEN? TE ESCUCHO.
Aunque, detalle no menor, el tono y la intención detrás es de SUMA importancia.
Comprendo que realmente no tengamos siempre la full disposición para escuchar lo que le sucede a los demás, que no queramos hacernos cargo, que quizás no tengamos las herramientas para ayudar al otro, pero NUNCA está de más, recordarle, que sí importa lo que siente. Y que, sí no está bien, alentarlo a pedir ayuda. Reconocer que capaz uno no sea el indicado para hacerlo, pero sí apoyar y acompañar en la medida que pueda (siempre hay tiempo para eso, o al menos deberíamos o podríamos hacer el esfuerzo) (Todo lo que damos vuelve multiplicado, seamos conscientes de lo que nos gustaría recibir antes de dar)
Si realmente queremos ser vistos por el otro, reconocidos, DEBEMOS MOSTRARNOS.
Regalarnos la oportunidad para abrir un espacio de comunicación emocional es vital. cuando uno se muestra vulnerable, nunca pierde.
Debemos aprender a simpatizar con nuestros procesos y con los ajenos. Muchas veces ni siquiera buscamos consejos, si no simplemente, que nos den el lugar para hablar en voz alta lo que estamos sintiendo para poder escucharnos a nosotros mismos.
Sí, podemos hacerlo solos, pero acompañados siempre es más lindo.
Genera miedo, inseguridad, algo en nosotros teme el hecho de poder encontrarnos con algo oscuro, malo o desagradable, y queremos huir, escapar, evitar. Ahí, reaparece esa vocecita, manipuladora que va a hacer lo imposible para convencernos de no intentarlo. No porque sea mala, sino porque le aterra lo desconocido, se defiende, se resiste.
El trabajo real, está en uno mismo, en enfrentar eso que nos aterra y atravesarlo. De lo contrario nos va a controlar de por vida.
Debemos hacer el esfuerzo de observarnos, de comprender si lo que sentimos, queremos y necesitamos está en coherencia con lo que decimos y hacemos.
Enojarse con el otro, no sentirnos comprendidos, juzgados, desvalorizados, es el camino fácil, es el camino conocido que siempre termina en el mismo lugar, el famoso "papel de víctima".
Pero ser valientes, tener coraje, requiere tomar el camino nuevo, el desconocido, probar ir por ese lugar que nos aterra, pero que algo adentro nuestro pide a gritos, y en el fondo, muy en el fondo, sabemos que es el correcto, sabemos que nos va a hacer sentir mejor.
