¿Te acordás cuando de niños, nos hacían escribirle la cartita a papá Noel, con todo lo que queríamos? Yo me recuerdo esperando ansiosa, y nerviosa a la vez, pronta para abrir los regalos y corroborar si lo que había pedido estaba o no. Intriga, ansiedad, sorpresa, miles de emociones juntas y mezcladas entre sí.
Hoy, miro para atrás y veo cómo ese pequeño acto me ayudó a manifestar cosas tan gigantes en estos últimos años. Fue de las primeras veces que hice un acto psicomágico, y sin saberlo.
¿Qué es la psicomagia a grandes rasgos? Es un concepto creado por Alejandro Jodorowsky, es una técnica terapéutica que fusiona ritos chamánicos-espirituales con la interpretación y el psicoanálisis. El propósito último de la psicomagia es que cada individuo construya una idea propia, de lo que es sagrado para sí, y en base a la cual pueda curarse. Mediante la realización de acciones metafóricas que se relacionan directamente con el inconsciente e intervienen sobre él como hechos efectivos.
¿Qué quiero decir con todo esto? Que escribir esas cartas me enseñó que “lo que yo pedía, si lo escribía, tarde o temprano, llegaba, siempre y cuando me haya portado bien.”
Y así lo hago hasta el día de hoy, claro que las cartas ya no son para Papá Noel en sí, pero si para esa fuerza superior que existe por encima y dentro de cada uno.
En la astrología se dice que, cada luna nueva es una luna de siembra, que si uno se regala un tiempo ese día para escribir esa petición, ese deseo que quiere manifestar, abre un período de 6 meses para que eso se materialice, para que eso llegue. (La luna va cambiando de signo cada 3 días aprox, por lo que, le lleva 6 ciclos, pasar por todos los signos hasta llegar al mismo nuevamente.)
No puedo confirmar si ha sido la energía de la luna nueva, si ha sido este pequeño hábito de escribir mis deseos y peticiones, si me estoy portando muy bien, o qué exactamente, pero considero que soy muy buena escribiendo y manifestando desde mis cartas psicomágicas.
No dejo de sorprenderme del poder de manifestación y creación que cada ser humano tiene, es verdad que no todos saben cómo utilizarlo, muchos ni siquiera creen que lo tienen... Pero este último hecho, no hace que no manifiesten lo que piensan, creen y piden, puede que lo hagan a un nivel muy inconsciente y no lo reconozcan como tal, y está bien que así sea, cada uno tiene sus creencias, procesos y herramientas.
Yo valoro mucho esta conciencia que he creado a partir de estos pequeños actos “infantiles”. Son éstos los que, me invitan a conectar con mi niña y vivirlo de un lado más lúdico y simple. Cada luna nueva, en cada cumpleaños cuando soplo las velitas, cada año nuevo, es una excusa para tomarme un tiempo para mí y preguntarme realmente qué es lo que quiero y lo que no.
Toda esta reflexión surge de una conversación con una amiga, en la cuál le contaba la increíble sucesión de cosas que me han estado pasando en estos últimos meses, y todo TAL CUAL, lo pedí. Lo más loco de todo es la forma que encuentra la vida para entregarnos todo aquello que tanto pedimos, muchas veces inimaginable!
Obviamente no se trata solamente de sentarme a escribir, pedir y listo. Significa tomar una decisión y actuar en consecuencia; intencionar, o poner en perspectiva qué es lo que le estoy pidiendo a la vida, qué es a lo que me estoy abriendo a recibir y qué estoy dispuesta a soltar, es un proceso muy personal. Requiere constancia y disciplina, acciones consecuentes que sean coherentes con mi deseo. Es una especie de norte, que me muestra el camino por el que debo caminar para encontrarme con ese regalo que me espera al final. La vida no te regala nada, de hecho, no te da nada de lo cual no estés pronto para recibir o afrontar. Atraemos lo que somos.
Es muy loco mirar hacia atrás y ver todo el camino recorrido en estos últimos años, todo lo que he materializado, todo lo que me he propuesto y hasta dónde he llegado.
Los invito a que intenten hacer este ejercicio, no tienen que esperar a ninguna luna, a ninguna fecha específica, sino, a tener un momento de intimidad y sinceridad con ustedes mismos.
Animate a poner en perspectiva tu vida, salir de tu personaje por un momento y observar dónde estás hoy, dónde te gustaría estar en 10 días, en 10 meses, en 10 años, no tenes que tener todas las respuestas, podés incluso cambiar las respuestas las veces que consideres necesario.
No es una cuestión de hacerlo bien o mal, no hay comparación con nadie, es un momento de uno con uno mismo. Elegir una dirección, pedir un deseo, muchas veces puede darte mucho más propósito a tu día a día y cambiarte las reglas de juego radicalmente.
Permitite sorprenderte, jugar, volver a esas emociones “infantiles”, inocentes, sin prejuicios, y comenzá a disfrutar de tu poder de creación, soñá en grande, sé detallistas, poné fechas, y caminá en coherencia; sé buena persona, y estate listo para cuando la vida te traiga TODO JUNTO.
Eso es algo clave: puede que durante el camino, algunas veces se torne difícil, el norte no parezca estar tan claro, la motivación, el deseo, el propósito no esté tan latente, que sientas ganas de renunciar, que no encuentres el sentido a todo esto, en esos momentos, es cuando más debes confiar y persistir, es EL MOMENTO, que te indica que la espera termina ahí, el momento de la verdadera pregunta ¿realmente queres todo esto? ¿estás listo para recibirlo? Y lo que respondas luego, la decisión que elijas tomar, definirá tu destino.. si abrís todos esos regalos o si agarraste el desvío.
Esos momentos últimos, en los que uno ya no quiere más, donde dice “bueno, basta, hasta acá” es LA SEÑAL, el imán, que activa todo, y en un abrir y cerrar de ojos estás abriendo los regalos con la misma adrenalina y excitación que cuando eras niño.
Te invito a que lo pruebes y me cuentes tu experiencia, y qué si no sabes cómo hacerlo, me preguntes. Será un placer guiarte en este acto tan mágico y manifestador.
Gracias por tu lectura alma inquieta, te deseo una vida llena de cartitas a Papá Noel manifestadoras.
Te alma, Caro Airana.
