El arte es la manifestación y exteriorización de nuestra propia comunicación interna.
No hacemos arte para el mundo externo, sino para nosotros mismos a través de él.
Si el lenguaje es lo que nos permite comunicarnos con todo nuestro entorno, con todo aquello exterior a nuestro cuerpo, entonces el arte es, lo que nos conecta con nuestro mundo interior, con absolutamente todo lo que hay dentro de nuestro cuerpo, con todo aquello que desconocemos y venimos a recordar.
Cuando uno HACE arte, en realidad se está comunicando con uno mismo. El arte es el lenguaje de nuestras emociones, por lo tanto, si logramos descifrarlo podremos descubrir nuestro más profundo, privado y confidencial mundo. Nadie, absolutamente nadie, además de nosotros mismos, puede acceder a él; nadie puede robar, quitar o modificar nada sin nuestro consentimiento.
CON-SENTIMIENTO
Por esto mismo, cuando uno HACE arte, logra transferir la atención que estaba puesta en el exterior, en el interior. Ahí aparece la verdadera comunicación entre nosotros y nuestro yo interno. El exterior se vuelve invisible e imperceptible, y a la vez goza de percibir ESA libertad que emana todo aquel que haga arte.
Ver cómo el alma se eleva del cuerpo, percibir cómo la energía se expande en él y genera, en el entorno, un efecto placentero de liviandad y calma, genera inspiración y ganas de hacer lo mismo; permitirnos SENTIR.
Un artista, para mí, es quien a través de su comunicación interna logra inspirar a otros a encontrar la suya propia, sin exigencias ni reclamos. El arte es libertad; la libertad es permitirle al alma que brille; brillar es elevarnos vibracionalmente, llegando a frecuencias que generen un efecto positivo en el entorno. Ese conjunto de frecuencias son ondas resonantes moderadas, denominadas AMOR (amplitud moderada de onda resonante). Controlar en qué medida y cómo las utilizamos es siempre, nuestra elección.
Hacer arte es hacer amor con nosotros mismos. Si logramos amar nuestro mundo interior, amaremos todo aquello que corresponda al mundo exterior. Viviremos con una elevación constante de una frecuencia determinada, la cual nos permitirá atraer cada vez cosas mejores, expandiendo nuestra propia vibración y elevando la de los otros también.
Nunca es demasiado tarde para limpiar nuestro karma y re-direccionarlo inteligentemente. De una forma más amorosa con nosotros mismos y con el exterior.
Puede que para algunos requiera más tiempo y/o trabajo, pero todos somos potencialmente capaces, y no depende de nadie más que de uno mismo.
Una vez logrado, es cuestión de soltar el control, confiar, relajarnos y disfrutar del viaje.
Prepararnos para recibir lo que merecemos es una de las cosas que vinimos a hacer. Identificar "qué merecemos" es el camino para recordarlo.
