¿Alguna vez te cuestionaste sobre el poder que nuestras creencias tienen sobre nosotros? ¿Cómo determinan nuestras formas de reaccionar, nuestras formas de sentir, de juzgar, incluso de amar? ¿Alguna vez pensaste en cuánto pueden limitarnos, o predisponernos? ¿O el inmenso rol que cumplen en nuestra interpretación diaria de la realidad? ¿Sabías que existen tantas realidades como seres humanos en la Tierra? ¿Alguna vez consideraste que la realidad que vos vivís no es la misma a la que vive tu madre, tu tío o incluso alguien en la otra punta del mundo? ¿Alguna vez te cuestionaste qué es la realidad?
Un día, escuché en una charla TEDx una de las mejores definiciones de realidad que había escuchado hasta ahora. Decía que, la realidad no son más que alucinaciones a las cuales les damos sentido. Al segundo, me empezaron a surgir mil preguntas. Entre algunas, ¿entonces los sueños también son reales? ¿Si una persona está bajo efectos psicodélicos, lo que está viviendo no es real, o sí? ¿Una persona que sufre de alucinaciones, vive otra realidad? ¿Su realidad es correcta o aceptable? ¿Existe una realidad incorrecta? ¿Qué es una realidad promedio? ¿Existe un modelo único de realidad? ¿La realidad tiene características universales?
Lo que en resumen, me llevó a lo mismo, la realidad no es otra cosa que nuestra propia interpretación de los hechos, de lo que creemos en ese momento.
Cuando uno está dormido, drogado o incluso si sufre de alucinaciones, está seguro de que todo lo que está viviendo es real, sin importar que alguien, que no lo esté, le afirme lo contrario.
Entonces ¿simplemente porque una persona esté padeciendo una distorsión de la realidad, deja de ser real?
Creo que la clave está en comprender que no existe una sola realidad, ni perfecta o universal. Es preciso entender que la realidad de los otros siempre va a ser diferente a la nuestra, pero no por eso será mejor o peor, simplemente diferente. Y como todo en la vida, incluso nuestra propia interpretación de la realidad, será siempre diferente y variable.
Las creencias por lo tanto, no son más que juicios de valor que, nuestro ego tiende a adjudicarle a todo. Muchas veces por nuestra propia sobre-vivencia, pero otras tantas por ilusiones de apego. Nuestro ego es quien se "encariña" con las cosas, quién le adjudica el sentido de realidad a lo externo. Éste observa y analiza nuestro entorno, y gracias a conocimientos previamente adquiridos y creencias anteriormente incorporadas, encuentra un significado lógico y repleto de sentido, otorgando, automáticamente, una sensación de existencia, de realidad. El ego no es ni bueno ni malo, simplemente es necesario aprender a observar su funcionamiento para que no viva por nosotros. Si no somos conscientes de su existencia seria cómo vivir en piloto automático de por vida; éste sería el único responsable de todo lo que hacemos y recibimos. Aunque muchas veces es más fácil culpar a alguien que a nosotros mismos. El ego es parte de nosotros, así que por más que elijamos culparlo de nuestros errores, igualmente es nuestra responsabilidad ejercer control sobre él. Por lo tanto, llegar a comprender a nuestro ego, comienza por observar nuestras creencias y nuestras interpretaciones de la realidad. Partiendo de la base de que no existe una única realidad absoluta, y que todas son igual de reales y aceptables que la mía, nos acerca a los demás. Permite liberarnos de la intención de querer tener siempre la razón. Siempre tienes razón, siempre todo es verdad para uno mismo, pero no por eso debe ser de igual forma para los demás. No perdamos tan fácilmente ante nuestro ego, estemos un paso adelante. Tengamos en claro que éste es quien, mediante una simple lectura e interpretación ilusoria del exterior, lo convierte en una realidad rígida y repleta de sentido, de la cual luego nos encontramos tan apegados sentimentalmente que nos duele tener que renunciar a ella.