Retomando los conceptos previamente vistos sobre el apego, las creencias y la realidad, podemos descomponerlos en los famosos 5 pasos para la aceptación. Considerando que la creencia de aferrarnos a las cosas no es real, podríamos concluir que en cierta forma, el desapego no es más que otra ilusión. Lo sentimos y lo vemos como algo repleto de sentido y significado, pero no lo es. El ego es más hábil de lo que somos capaces de comprender con una simple lectura consciente. La única forma de debilitar su poder sobre nosotros es observándolo. Sin creer en lo que otros dicen o piensan, sin creer lo que yo digo o pienso, sin prejuicios, simplemente limitándonos a observarlo. A permitirnos cuestionarlo y sacar nuevas conclusiones, formar nuevas creencias. Actualizar viejas ideas es necesario, no significa que vivíamos en un engaño, sino que no habíamos madurado mentalmente lo suficiente como para comprenderlo aún. Observar viejos pensamientos e ideas, permitirnos reconstruirlos, con nuevos conceptos, nuevos conocimientos, dudar, cuestionarlos, compartirlos, corroborarlos, volver a modificarlos, es crecer, es madurar, es liberarnos.
Todo esto, vale la pena aclarar, que me refiero a niveles puramente inconscientes, aquellas reacciones y sensaciones que pasan en nuestro cuerpo y psique, que nuestra mente consciente no es capaz de reconocer en el momento.
PASO 1 : LA NEGACIÓN
La negación es el paso más instintivo y primitivo del ser humano, nuestra primera reacción. Es la respuesta automática ante un futuro dolor. Es el primer golpe directo a nuestro ego, a nuestra autoestima. El desapego nunca es algo placentero, pero si necesario.
Retomando con la idea, de que nuestro sentido de realidad puede ser tan fuerte y real, enfrentarnos ante la posibilidad de haber estado equivocados y tener que renunciar ante una creencia tan rígida, nos genera pánico y mucho dolor. Sumado al hecho de que si algo pierde estabilidad, sentimos que todo se desmorona también. Si algo es dudable, todo lo es.
PASO 2 : IRA O ENOJO
Reconocer que nos equivocamos, que no estábamos en lo correcto, o que nada de lo que creíamos era cierto, nunca es algo del todo agradable. Por consiguiente, unas de las reacciones más conocidas por excelencia son el enojo, el disentimiento, la victimización y la agresión verbal y/o física.
Podemos enojarnos, gritar, patalear, pegar, gritar con todas nuestras fuerzas, buscando aplacar ese inmenso dolor que nos invade el cuerpo. Necesitamos erradicar, debilitar ese agresor, para nunca más volver a sentir que nuestra integridad es atacada o insultada.
El victimismo también juega un papel importante en esta primera etapa. Nos coloca en una posición donde la responsabilidad recae en otros, no en nosotros. Pero es otro intento de exteriorizar el dolor y eliminarlo de nuestro ser.
PASO 3 : LA NEGOCIACIÓN Una vez transitados los dos primeros pasos, comenzamos a ver que la situación, la nueva creencia o lo que fuere, sigue estando ahí y no tiene intención de desaparecer. Por lo que nuestro ego considera que es momento de tomar acción, pero claro, sin querer renunciar a nada. La esperanza de que todo vuelva a ser cómo antes, sin tener que cambiar nada se transforma en la nueva ilusión.
Comenzamos a cuestionar un poco, a considerar otros puntos de vista pero sin ceder del todo. Incluso en ocasiones nos creemos capaces de poner términos y condiciones, pero al momento de que algo no sale cómo esperábamos, aparece de nuevo ese dolor, esa angustia, ahora denominada frustración.
PASO 4 : LA DEPRESIÓN
A pesar de que dimos lo mejor de nosotros mismos, parece que nada nos sale como esperábamos. La rol de víctima vuelve al juego. Es ese estado de ánimo que todo ser humano desea evitar.
Pero la realidad es que es el toque de madurez que necesitábamos, es ese profesor o profesora que viene a enseñarte la última materia, la más difícil de todas. Es el último gran escalón antes de llegar a la cima. Ese momento que nos pone realmente a prueba, que busca sacar lo mejor de nosotros mismos, que busca que nos demostremos a nosotros mismos y comprendamos lo que ser un humano significa. Significa que tenemos emociones, que lloramos tanto como reímos, que amamos tanto como sentimos dolor y que sobre todo tenemos una capacidad de adaptabilidad increíble. Por eso la gran frase "lo que no te mata te hace más fuerte", nunca antes mejor explicado.
Es el impulso que necesitábamos para aprobar la materia, cuánto más impulso tomemos, más lejos vamos a ir.
Cuando uno está deprimido no quiere salir de la cama o no tiene energía para mucho, porque justamente lo que su cuerpo y su mente le exigen es eso mismo. Una de las creencias más rígidas es la poca importancia de nuestro cuerpo, el cuerpo no habla, no tiene nada para decirnos. Y esto es un gran error. Nuestro cuerpo se comunica constantemente de diferentes maneras, en este caso, nos obliga a quedarnos en una cama, sin ganas de siquiera distraernos, y nos hace escuchar lo que le sucede y lo que nuestra mente está gritando.
Es como una meditación obligada por nuestro propio cuerpo. Nos vemos obligados a pasar tiempo con nosotros mismos, porque creemos que nadie nos comprende, nadie nos quiere, etc. Pero la real razón es que nuestra mente requiere de nuestra atención completa, ya que entiende que nosotros mismos somos la única persona capaz de comprenderla. No alguien más, por eso nos aísla, nos centra en lo realmente importante, nosotros mismos.
Como dije anteriormente, es el toque de madurez que necesitábamos, crecemos, por lo que dejamos creencias infantiles atrás. Una parte de nosotros muere para darle lugar al renacimiento de otra. Abandonar esta postura infantil e incorporar una postura más consciente y madura es un renacer para nuestro ser. Dejamos de ser la "persona que éramos", pero sin duda fue un camino largo y doloroso, pero como todo en la naturaleza, se transforma en algo aún mejor.
El concepto rígido que tenemos sobre lo que la muerte y la vida son, nos limita a la real comprensión de los mismos. Sumado a los juicios de valor que nuestro ego suele adjudicar a cada concepto. Ni la muerte ni la vida o el renacer son buenos o malos, ni uno es mejor o peor que el otro. Ambos son únicos y tienen tanto su parte negativa como positiva. Y de igual forma, uno necesita del otro para existir, no existen por sí solos. Por lo tanto una vez que logramos comprender que luego de una muerte viene siempre un renacer, la situación comienza a tomar un sabor más dulce. Cuando logramos sobrepasar el dolor y el miedo a lo desconocido, logramos abrirnos a nuevas posibilidades y creencias, y nos desapegamos de viejas estructuras, dejamos morir una vieja parte de nosotros que hoy ya no tiene tanto sentido como ayer. Es necesario dejar ir lo que ya no sirve, sin miedo ni apegos, para abrazar lo nuevo y actualizarnos mentalmente.
PASO 5 : LA ACEPTACIÓN O LIBERACIÓN
Una vez derribado las viejas creencias limitantes e incorporado las nuevas correspondientes a nuestra madurez mental, logramos ver la luz al final del túnel.
Nuestra vida vuelve a cobrar sentido, y aún más que antes, con más significado y valor que antes. Además de ser más real y menos ilusorio, nuestra auto-confianza incrementa. El hecho de haber podido salir de ese pozo oscuro donde nos encontrábamos, nos devuelve la esperanza, pero esta vez más real que nunca. Seamos conscientes del todo o no, pudimos sobrepasar a nuestro ego, pudimos observarlo y neutralizarlo. Comprendimos parte de su funcionamiento, la estrechez de su lógica, la adjudicación de los juicios de valor extremos (blanco o negro, bueno o malo), de sus conceptos e interpretaciones de la realidad, la dualidad del dolor y el amor, entre otras miles.
Una vez visualizados estos pasos y parte del funcionamiento de nuestras mentes, podremos vivir el proceso de manera más rápida y natural con el paso del tiempo. Lograremos que el camino entre paso y paso no sea tan arduo ni doloroso. La aceptación es necesaria para crecer, para liberarnos del apego innecesario, y poder conquistar el éxito y felicidad que merecemos y queremos.
Pero para obtener tal recompensa es necesario salir del papel de victima, comenzar a tomar responsabilidad sobre nuestros actos y consecuencias, y enfrentar nuestros miedos y dolores más profundos. Debemos dejar morir nuestras creencias infantiles para renacer con una conciencia más amplia y madura. Si queremos resultados grandes, debemos empezar a actuar en y como grandes, y dejar el papel de niño-victima. Nadie, además de uno mismo, sabe qué es lo mejor para nosotros, es momento de que tomemos acción por nosotros mismos y dejemos de esperar que alguien venga a solucionar nuestros problemas.
Es importante aclarar también que, no todos nos encontramos en el mismo nivel de conciencia. Por lo tanto, querer apresurar el entendimiento de algo sobre otros no tiene ningún sentido. Tanto para con uno mismo, para no sentirse frustrado, como para los otros por no comprender y sentirse tal vez atacados o poco comprendidos. Es necesario respetar los tiempos y procesos de cada persona, sin imponernos o presionar. No necesariamente lo que funciona para uno logra el mismo efecto en los demás. La compasión, la escucha y la tolerancia deben ser los factores fundamentales al momento de querer ayudar a alguien.