Cuando nos embarcamos en un viaje de conocimiento personal, nos enfrentamos a un trabajo diario y arduo que a menudo pasa desapercibido, pareciendo carecer de importancia social, de valor y ser subestimado. Por fortuna, actualmente, existe una mayor conciencia de nuestras diferencias en cuanto a capacidades, pasiones, intereses y talentos.
Durante mucho tiempo, me costó asumir que trabajar en uno mismo es igualmente valioso y digno que ser abogado o médico. Mis pensamientos solían girar en torno a preguntas como "¿quién seré cuando sea grande?" o "¿qué título universitario me definirá ante el mundo?". Estaba atrapada en la búsqueda de aprobación externa y laboral, sin darme cuenta de, cómo y cuánto todo eso, limitaba mi exploración esencial.
Mi cambio comenzó cuando abracé el camino del emprendimiento, reconociendo mis habilidades y talentos para crear oportunidades laborales sin depender de aprobaciones externas. Comprendí que ya soy importante, independientemente de un título o posición en una empresa. Esto fue clave para dejar de "esperar buenas oportunidades" y comenzar a crearlas yo misma.
En cualquier emprendimiento personal, las 2 primeras preguntas claves son "¿qué?" y "¿a quién?" vas a dirigirte.
Estas interrogantes fueron fuente de frustración, más tiempo del que me gustaría admitir, hasta que entendí que las respuestas evolucionan con el tiempo, siendo parte del proceso de autoreconocimiento diario.
La frustración provenía de la autoexigencia de definirme y presentarme ante el mundo para obtener reconocimiento social y profesional. Paradójicamente, mi vida se ha tratado de desvincularme de etiquetas y reconocer que somos una unidad con etapas, fases, momentos y procesos diferentes y no lineales.
Dejé de buscar respuestas externas y descubrí más de lo que imaginaba al enfocarme en conocerme cada día más. Hoy en día mi mayor trabajo es explorar quién soy en cada situación, superando miedos y obstáculos, observando siempre cómo actúa mi mente y como son cada uno de los procesos mentales y emocionales que ésta realiza, de forma automática e inconsciente.
Mi inconsciente había registrado la creencia de que "para ser importante necesitaba ser alguien", (lo que fuese que eso significara), generándome ansiedad, tristeza e impotencia al no poder responderlo concretamente.
Al tomar consciencia de estas creencias, pude reprogramar mi concepto de "trabajo" y "reconocimiento social". Invertí el enfoque, pasando de buscar validación externa a reconocer y validar mi arduo trabajo personal, desde adentro hacia afuera.
Reconfiguré el concepto de "trabajo" de algo forzoso y rutinario a algo placentero, motivacional y apasionante. Encontrarme en mis obstáculos me permitió detener la velocidad mental (pasado y furuto constantemente) y descubrir mi propósito, disfrutarlo y vivir mejor a través de él. Todo se ordenó orgánicamente, y comprendí que mi cuerpo es simplemente un medio por el cual puedo expresar y comunciar toda esa sabiduría universal, ese amor y unidad que nos atraviesa a todos, y que cada uno tiene sus formas y tiempos, para volver a uno mismo y desde allí, poder conectar con el todo.
Hoy entiendo que no se trata de tener una única respuesta, sino que cada día que pasa, siento que es más lejana. De hecho, elijo preguntármelo a diario y nunca darlo por hecho. Soy muchas cosas a la vez, un conjunto de todo, no me gusta elegir una sola definición, siento que limita o elimina otras tantas. Soy cambiante, soy curiosa, pero sin dudas, soy un alma inquieta que está en constante reconstrucción.
A la cual le apasiona comenzar y terminar el día siéndose fiel a ella misma, a expandir su consciencia encontrando la unidad en la dualidad de la vida. Creo en que todos merecemos una vida saludable, abundante y llena de dicha, pero al ser diferentes cada uno debe aprender a crearla a su manera. Mi acompañamiento, mi pasión, mi servicio a la comunidad y al alma universal existen al sanarme y al contribuir en la sanación del otro. Proyectar y reconocer en otros lo que es propio, sanando de manera conjunta, entendiendo que no puedo ofrecer lo que hoy no poseo es la llave primera.
Mi filosofía se basa en creer que todos somos almas en búsqueda de un significado más profundo de la vida. Somos responsables de lo que sucede tanto interna como externamente. Cada experiencia es el resultado de nuestros pensamientos, emociones, palabras y acciones. El libre albedrío es nuestro poder inalienable, la libertad de tomar decisiones propias.
Recordé que, en esencia, todos somos iguales, pero nuestras misiones son únicas, sagradas y personales. Escuchar las historias y experiencias de los demás me ayuda a interpretar mi propia realidad.
Reconozco que creamos constantemente nuestras experiencias y que el mundo interno condiciona nuestra percepción del mundo externo, y no viceversa.
Buscar conexión entre los sucesos externos y las causas internas, tomar consciencia y asumir el control para crear realidades llenas de gozo y alegría. se ha convertido en mi pasión principal. REENCONTRARME CON MI ALMA Y SU PROPÓSITO.
Si vos también te identificás con estas creencias y con el sentirte un alma inquieta, te invito a que escuches ese llamado interno y te animes a abrazarte. Volver a vos, animarte a reconocerte como tal, dejar salir toda esa magia, esa luz, esa creatividad que yace escondida y aprisionada en tu corazón. Es momento de que la honres, de que confíes en su poder, en su belleza, que integres esa parte libre y juguetona que en algun momento de tu vida tuviste pero por alguna razón comenzaste a negar y apagar.
Estoy acá para escucharte, para acompañarte mientras te escuchas a vos mismo en realidad. Abrazarte o mantenerme en silencio si es necesario, pero motivarte y alentarte a que por fin te veas, y te permitas Ser sin tanto prejuicio. El alma no entiende de miedos y prejuicios, mucho menos de resentimientos o rencores, simplemente está esperando a que le des la mano y le permitas volver a brillar. ¿Hasta cuando la vas a seguir negando?

Caro Airana - un alma inquieta